Boomerang de papel
Alguien debe haber dicho que la vida es un boomerang. O en todo caso que en la vida hay boomerangs. No es una frase lo suficientemente original como para no haber sido dicha nunca antes. El boomerang. Nadie sabe bien qué es pero muchos sabemos qué hace: por su forma,
si es lanzado como es debido, tiene la cualidad de volver a su punto de origen. Y parece que puede estar hecho en materiales muy diversos: madera, cartón, fibra de carbono.
En definitiva, planteo todo esto para decir que algo volvió a mis manos. Quizás yo lo haya lanzado como se debe. En ese caso no fue intencional sino pura casualidad. Cierto, intervino otra mano: la mano de Augusto. Leyó en este blog Mi primer post y se re-indignó por el hurto.
La ira lo llevó a actuar: recorrer cuadras y cuadras de la ciudad (él dice que fueron como 25…) hasta hallar Si una noche de invierno un viajero, de Ítalo Calvino. Era una meta difícil, yo misma intenté encontrarlo por mucho tiempo y me resultó imposible, parece que ya no está en plaza. Pero el escorpión arremete hasta picar. Quería un ejemplar nuevo, no pudo ser; encontró uno usado en impecable estado: su ofrenda para mi onomástico. A mí me gustó que fuera usado,
no tengo muy claro por qué. Si hubiera sido el mío… Yo le había hecho anotaciones y subrayados
a lápiz, como hago siempre. Me siento un hereje rayando libros a drypen y birome, no puedo. Ahora que lo pienso ya sé por qué me gustó. Era un libro usado, tenía necesariamente una pequeña, acaso micro historia de pertenencias: al menos una persona lo había tenido como suyo. Y a su vez estaba virgen, sin una marquita en una sola de las hojas, apenas un grisecito en el pasar de las páginas, abajo, en la esquina.
Todavía no me he atrevido a leerlo, pasó de mis manos a mi mesa de luz y de allí a mi biblioteca, ubicándose como al descuido, sumándose a otro par de libros que guardo horizontales para saber que son “los que están en la vuelta”. Me da un poco de miedo. Y de fascinación. Tal vez porque allí se encuentre una parte esencial de mi biografía virtual. O el temor a la relectura, a la idealización de un libro o personaje. Hace poco leí que con las películas resulta casi imposible desprenderse de la impresión que nos causaron de acuerdo a la situación particular en que estábamos cuando la vimos por primera vez. Parece que ese primer contacto no se revierte
así nomás. Creo que con los libros es un poco distinto, aunque de todas formas hay que vencer un no sé qué para atreverse a una nueva lectura en serio.
Hay algo trivial que no deja de ser cierto:
-Los posts redactados y mostrados en el momento y contexto adecuados provocan acontecimientos positivos para el autor.
7 Comments:
Me gustaría mucho conocer a Augusto. Luego le enviaría mi lista de objetos perdidos.
Quería saludarte, ya que somos parientes.
Grazie barone! Bienvenido, mucho gusto, a las órdenes para lo que necesite.
Augusto escorpión de agua y caballo de fuego, recuperador de sueños perdidos, ¿por qué lo habrá bautizado así su madrina? Me intrigó, lo confieso. Busqué información. César Augusto, conocido como Octavio, emperador de Roma, hijo adoptivo de Julio César. Augusto - adjetivo - según la Real Academia: 1. majestuoso, que inspira respeto y admiración 2. payaso, pareja del clown... ¿lo sabría Ludmilla? La curiosidad me mata, ¿por qué Augusto? Y peor aún. Ítalo Calvino y su libro. Quiero leerlo. Cúlpeseme de involucrarme en historias ajenas, pero no se me podrá negar que vale la pena después de haber generado este romance.
Augusto se llama este personaje y esta persona, figura en su documentación. Sabía el significado del nombre y ese fue uno de los motivos porque los que tomé uno de los dos nombres que eligieron sus padres para él. Lo de payaso no lo sabía, pero siempre es bueno ilustrarse. César Augusto era su abuelo, un tipo entrañable, buen mozo y melancólico parece, pintor de óleos.
Y pregunto yo: ¿Shelley por Mary Shelley (en realidad Mary W.
-es un apellido complicado que temo no escribir bien-), la autora de Frankestein?
No ella, su esposo, quien le dio el apellido, el poeta inglés Percival Bisshe Shelley:
"Juro ser cuerdo, justo y libre mientras pueda. Juro no hacerme cómplice, ni siquiera con mi silencio, de los egoístas y los poderosos. Juro consagrar mi vida a la belleza", dejó dicho.
That´s me.
Ludmilla está apabullada. Guarda silencio.
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