miércoles, marzo 15, 2006

Metáforas cotidianas de comensales


Me gusta preparar arrollado de atún. Utilizo la masa dulzona y lo relleno con atún, cebollita, mayonesa y aceite de oliva. Por fuera lo revisto de mayonesa y corto a lo largo unas cuantas aceitunas descarozadas tratando de ser generosa para que toda rodaja tenga su correspondiente pedacito de aceituna. Uno de estos días en que presenté en la mesa mi arrollado recibí un comentario nuevo. Mi hija me dijo que las aceitunas eran puentes.
Otro día hice una tarta de puerros. Con el toquecito de la panceta, por supuesto. Corté aritos de medio centímetro de espesor y los tiré en un poco de aceite para que se doraran antes de ingresar al horno con el resto de la preparación. Anillos, los puerros parecían anillos, me comentó mi hija, prontos para colocarse en dedos.
De vez en cuando preparamos polenta. El abuelo de mis hijos nació y vivió unos cuantos años en el Piamonte. Cuenta que en la casa de sus abuelos se servía la polenta en cuencos, más exactamente en agujeros horadados en la propia mesa de madera. Dice que la acompañaban con pajaritos. (¿Se acuerdan del Quijote, que comía “algún palomino por añadidura los domingos”?) Yo la sirvo sola, sin aves de ningún tipo, a lo sumo algún tuco. Con queso por encima para que se derrita en segundos. Ese día, como estaba caliente la polenta, le dije a mi hija que empezara a comerla por cucharaditas siguiendo la línea del borde que estaba menos caliente que el resto. Después de servirse unas cuantas cucharadas se rio y dijo que la polenta parecía una estrella.
Todo esto fue antes de que cumpliera los cuatro años. Quiero suponer que esta tendencia se va desarrollar en forma exponencial. Quizás su hermano se contagie de este gusto por metaforizar y comparar.
¿Quién no pensó que las nubes eran ovejas y la luna un queso? Esto no deja de tener también su lado comestible. Pensar en un cordero a las brasas. O en un espectacular queso redondo con su cara interior irregular, con formidables rastros de aire que alternan tímidamente con el sabor saladito y cremoso.
Con todo derecho uno puede cuestionarse para qué sirve todo esto.

Qué objeto tiene comparar a una aceituna con un puente, o viceversa. Pienso otra vez en algo comestible, deliciosamente rico, acaso una de las cosas más exquisitas que se hayan inventado: el chocolate. De ahí engancho con un intangible disfrutable: Charlie y la fábrica de chocolate, la película de Tim Burton. Hay un momento clave en que surge una interrogante: cuál es la finalidad de las golosinas. Charlie contesta que la finalidad es justamente esa, la no finalidad. No sirven para nada excepto para gozar de un placer efímero. Quizás en el hallazgo de metáforas y comparaciones en la vida cotidiana haya algo de eso: el mero placer de revelar relaciones entre objetos en escasos segundos.



P.D. Como habrán notado mi blog está estrenándose, no conozco bien las herramientas informáticas de que dispongo. Les agradezco a las amables personas que quieran hacer sus comentarios que por favor anoten a continuación su e-mail y su blog. Gracias.

5 Comments:

At 3/17/2006 7:03 p. m., Anonymous Anónimo said...

Creo que no se trata de una comparación. Ludmi, está atenta a la sabiduría de tu hija. Y si no preguntale a Levrero.
La aceituna es un puente. Es.

 
At 3/22/2006 11:39 p. m., Blogger Yamandú Cuevas said...

En un recoveco del coco me sonó hoy esta palabra de una forma distinta. No sabría decirte que tenía de distinta pero la cuestión es que insistía:

encallé..., encallé.

¿Por que mierda se me habrá venido esa palabra a la mente?, pensé. Es como un fantasma de alguien que ni siquiera conozco. Como una mosca pegajosa. No supe que hacer con ella y como me incomodaba un poco la situación me hice el gil y me fui. La dejé ahí en el rincón, a la altura del zócalo, casi confundida entre el piso y las paredes balancas.

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Andaba a la deriva por una callecita de Porto Alegre, escapado con premeditación y alevosía del grupo de excursión con que había ido, cuando encallé a las puertas de un viejo edificio amarillo.
Era la fundación Erico Veríssimo.
Yo no sabía quién era él, ni que fue poeta, pero me bastó alzar la vista para ver tras la puerta de vidrio este poema:


Como o tempo cuasta a
passar quando a gente espera!
principalemente cuando venta.
Parece que o vento maneia
o tempo.


Ahora, mientras leía un texto sobre puentes de aceitunas apreció él. Venía de bata y temí haberlo despertado pero no, estaba de buen humor, y fumaba. Me dijo: (en portugués claro) mándale aquel poema a Adriana. Le va a gustar.

Ya ves que obedecí. Listo. No me gusta contrariar a los poetas.

Y ahora que logré sacarme esa palabrita del zapato me voy, te la dejo, hacé con ella lo que quieras pero no me la devuelvas (paso la piedra y no la recibo). Me inquieta demasiado.

Una dulzura tu blog.

(Un blog que privilegia los contenidos por sobre las formas no puede estar mal)

 
At 3/25/2006 11:39 p. m., Blogger Ludmilla 1789 said...

Muchas gracias Yama, de verdad. Me encanta la propuesta. Me hice cargo de la parte que me corresponde en el post CALLE DE RIO, con fecha 25 de marzo de 2006.

 
At 3/28/2006 4:13 p. m., Anonymous Anónimo said...

Ahora siempre tengo aceitunas en casa. Es una fruta revitalizante, Edward Bach recomienda su flor en aquellos casos de cansancio, agotamiento, derrota. Dicen que Jesús se fue a rezar al monte de los olivos unas horas antes que lo crucificaran, la energía de esos árboles lo habría preparado para la prueba. Olive, olivo, olivas, aceitunas, copetín, arrollado... ¿sabés que yo lo hago igual? ¿Existirá alguna secreta conexión entre nuestras neurosis - orden a la orden de la generosidad - a mí también me gusta que cada porción tenga su aceituna y las corto así, a lo largo. Sí, las aceitunas son puentes. Gracias.

 
At 4/22/2006 7:26 p. m., Anonymous Anónimo said...

Querida Ludmilla, te felicito por la idea de tu blog... Tienes arte para la narración, eh?
Me encantaron varias cosas, pero sobre todo "Renovando credos" (pensaba en la cantidad de héroes inventados que existen en mi país!), y estas "Metáforas cotidianas de comensales"... Sospecho que comparto contigo una irresistible pasión por la comida! Si lo pensamos bien, la comida no sólo "crea" vida sino que ocupa gran parte del tiempo en que transcurre la misma... Al menos, es mi caso (e intuyo que el tuyo también).
Acá va para tí un link de un artículo de una socióloga que tiene uno de los mejores restaurantes de comida criolla peruana en Lima:
http://www.exceso.net/cocina_y_vino/cocdic25/p046s1.htm
Espero te guste.
Y espero también mantener contacto contigo!
Un beso.

Alejandro

 

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