lunes, marzo 19, 2007

Tiempos políglotas

Fines de la Edad Media, comienzos del Renacimiento. Un hombre se pasea por las calles de París, o de Amberes. Imaginemos un mercado popular, donde se venden y compran cosas a las diez de la mañana. Unos cuantos están hablando en francés y otros muchos no. Parece ser que en ciudades como estas en aquellos tiempos debían escucharse más lenguas que las que se escuchan hoy en Nueva York. Y no sólo por estar habitadas por personas de distinta nacionalidad. Había un público políglota.

Lenguas doctas, lenguas nacionales, lenguas regionales, dialectos. Léonard Forster mostró que los poetas medioevales eran a menudo plurilingües. No era raro entonces que los escritores tradujeran ellos mismos sus propias obras a más de un idioma. En un medio como ese, la escritura tendía a estar al menos parcialmente integrada por más de una lengua. Era un medio políglota, de una forma distinta a como concebimos en la actualidad a este fenómeno.

Ese hombre que se pasea por las calles de Amberes es un hombre culto de treinta años. Supongamos que conoce la regla del Medioevo mediante la cual se asigna a ciertos géneros poéticos ciertas lenguas. Que sabe que a los trovadores del norte de Italia les toca, entre el siglo XIII y el XV, a la poesía lírica el provenzal y a la épica el francés. Leyó que Milton escribió sus únicos poemas de amor en italiano porque "questa è lingua di cui si vanta Amore", por más que la dama a la que estaban destinados los versos manejara también el inglés.

Contemporáneo a nuestro caminante de Amberes es el poeta holandés Pieter Cornelisz Hooft. El poeta está triste porque acaba de morir la mujer a la que ama. Le compone una serie de epitafios. Primero en holandés, luego en latín, luego en francés, otra vez en latín, después en italiano y más tarde de nuevo en holandés. Pasa por una serie de idiomas, toma como punto de partida y de llegada su lengua materna; como si el tránsito por la fonética de otros países le permitiera acercarse a la expresión exacta de sus sentimientos.

Hooft ya expresó su dolor y está más tranquilo. El paseante de que hablábamos se dirige ahora a la zona portuaria. Quiere olvidarse un poco de la cultura y ver si puede concretar algún negocio aprovechando el contacto con los barcos que acaban de llegar a su ciudad. Quién sabe, tal vez conozca allí a alguna bella señorita; ellos no tienen problemas para hacerse entender las primeras palabras.



Texto basado en ideas tomadas de:
-Berman, Antoine. L'épreuve de l'étranger. Culture et traduction dans l'Allemagne romantique. Paris, Gallimard. 1984. p.13.



Imagen: tocomocho.net/images/49.jpg

4 Comments:

At 3/20/2007 7:00 p. m., Blogger fgiucich said...

Un relato muy interesante. Abrazos.

 
At 3/22/2007 6:26 a. m., Blogger miko zappa said...

amberes
"alguien parpadea un dormitorio azul"
r.b.

 
At 3/26/2007 2:13 p. m., Anonymous Anónimo said...

Se parece un poco a nuestros tiempos. Hoy estuve con chicos italianos que venìan de pasar una semana en Francia, contaban que hablaron en francès y espanol. Otros volvìan de Alemania, donde mezclaron el italiano con el alemàn y el inglès. Y de visita tenìamos unos vascos que hablaban en espanol y euskera, metiendo lo que habìan aprendido del italiano. Justamente pensaba (en tèrminos mucho menos poèticos, claro) en lo vos contàs.

 
At 3/29/2007 11:12 p. m., Blogger Ludmilla 1789 said...

Fgiucich: gracias.

Miko: me encanta esa imagen. ¿Quién es r.b.?

Ceryle: sí, es cierto, lo de hoy es parecido, con algunas variantes. Sucedieron unas cuantas cosas después de Babel.

 

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